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ECONOMÍA

17 de agosto de 2025

La trampa de la “supertasa”: dólar quieto, economía paralizada

El Gobierno duplicó los intereses para sostener el tipo de cambio antes de las elecciones. Empresas y bancos ajustan sus estrategias de supervivencia frente al encarecimiento del crédito y el freno del consumo.

El experimento económico de Javier Milei entró en una zona de alto riesgo. Con la decisión de duplicar la tasa de interés en apenas un mes —del 35% al 70% anual—, el oficialismo apostó por la recesión antes que por una devaluación. El objetivo político es claro: llegar a octubre con un dólar estable y una inflación en baja. Pero el costo lo siente de lleno la economía real: familias que consumen menos, empresas que frenan su actividad y bancos que restringen el crédito privado.

Empresas a la defensiva

El nuevo nivel de tasas obliga a las compañías a priorizar la caja por encima del crecimiento. Las estrategias más comunes pasan por:

  • Frenar inversiones productivas: se congelan proyectos de expansión, compra de maquinaria o lanzamientos de productos, privilegiando la liquidez.
  • Reducir stocks: mantener grandes inventarios financiados con crédito es inviable; muchas empresas trabajan con lo justo, aunque esto tensiona la cadena de suministro.
  • Negociar plazos: buscan alargar pagos a proveedores y acortar los que ofrecen a clientes, acelerando el ingreso de fondos.
  • Financiarse afuera: aquellas con acceso recurren a crédito internacional en dólares, pese al riesgo cambiario.
  • Cobertura dolarizada o indexada: parte de la liquidez se coloca en activos atados al dólar o a la inflación.
  • Reestructuración de pasivos: se intenta refinanciar deudas a tasas más bajas o con vencimientos largos.
  • Recortes operativos: reducción de personal, tercerización de servicios o renegociación de contratos.
  • Selección más estricta de clientes: se endurecen las condiciones de crédito comercial para evitar impagos.

En síntesis, las empresas juegan a la defensiva: preservan liquidez, minimizan riesgos y recortan costos, a costa de paralizar proyectos y empleo.

Bancos: más Estado, menos privados

Del lado de las entidades financieras, el escenario también se redefine. El negocio pasa por colocar excedentes en papeles públicos antes que prestar al sector privado:

  • Instrumentos del Tesoro y BCRA: con rendimientos del 70% al 80% anual, las Lecap y otros bonos de corto plazo se convierten en refugio rentable y seguro.
  • Crédito restringido: se concentra en clientes con garantías sólidas, exportadores o firmas dolarizadas. Los plazos se acortan para reducir exposición.
  • Cobertura cambiaria: pese a la calma oficial, los bancos arman posiciones en dólares y derivados para cubrirse de un eventual salto.
  • Liquidez preventiva: refuerzan su caja en pesos para resistir eventuales retiros sin necesidad de vender activos en pérdidas.

El resultado es un credit crunch: menos financiamiento productivo y más dependencia del Estado, con el riesgo latente de un aumento de la morosidad.

El espejo de otras crisis

La historia argentina muestra que tasas siderales rara vez alcanzan para frenar la fuga al dólar. Pasó en 2018, 2019 y 2023: primero la tasa retuvo capitales, pero cuando el mercado olió devaluación, se produjo una dolarización masiva.

Hoy, la incógnita es si el experimento de Milei todavía está en esa primera etapa o si ya comenzó el momento en que ni la “supertasa” compensa el riesgo de un salto cambiario.

Por lo pronto, el Gobierno consiguió un alivio transitorio en inflación y dólar, pero a costa de un freno cada vez más fuerte en el consumo, la producción y el crédito. La pregunta es cuánto tiempo podrá sostenerse este esquema antes de que la economía real termine asfixiada.

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