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POLÍTICA

10 de julio de 2025

¿Villarruel tiene plan? La incógnita que inquieta a la nueva derecha

Sin romper con Milei pero cada vez más distante, la vicepresidenta Victoria Villarruel se convierte en la figura silenciosa que podría encarnar una nueva expresión del conservadurismo argentino. ¿Sobrevive o se prepara para el 2027?

Toda batalla deja heridos. Y en la feroz contienda del poder político argentino, el gobierno de Javier Milei ya muestra su lista de desplazados. Entre ellos, una figura sobresale por peso propio y por la incógnita que representa: Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Nación, cada vez más alejada del círculo íntimo libertario pero aún sin declarar la guerra. ¿Distanciamiento táctico o estrategia de supervivencia?

En medio de internas cada vez más evidentes, Villarruel aparece como una presencia incómoda, prudente pero latente. No hay ruptura explícita ni señales de deserción, pero tampoco gestos de alineamiento incondicional. En un tablero donde el mileísmo puro concentra el poder real, la vicepresidenta conserva un capital simbólico que podría resultar decisivo si el escenario se reconfigura. Su estilo sobrio, su perfil conservador y su arraigo en valores tradicionalistas le otorgan una identidad diferenciada que la aleja del vértigo y la irreverencia que encarna Javier Milei.

Pero, ¿hay detrás de esa distancia calculada un proyecto político real? ¿O se trata simplemente de un intento por preservar la integridad institucional mientras se navega la tormenta?

Una candidata en pausa

Villarruel encarna un nacionalismo católico, legalista y moderadamente federal, con potencial para reunir sectores hoy dispersos: peronismo del interior, radicalismo no progresista, restos del PRO, incluso sectores católicos desencantados del giro libertario del oficialismo. Gobernadores como Rogelio Frigerio, Ignacio Torres, Alfredo Cornejo o Gustavo Sáenz podrían mirar con simpatía una alternativa menos disruptiva pero igual de liberal-conservadora.

¿Podría ese mundo desarticulado encontrar en Villarruel un punto de síntesis? Por ahora, es solo una hipótesis. La vicepresidenta no levanta banderas propias ni rompe lanzas con el gobierno. Su silencio se parece más a un compás de espera que a una declaración de intenciones. Pero el hecho de no haberse inmolado con los errores de gestión le permite conservar intacta su imagen pública, un activo escaso dentro del oficialismo.

Las otras piezas del tablero

En el mismo limbo político hay nombres como Diana Mondino, ex canciller con buena imagen; Nicolás Posse y Guillermo Ferraro, exfuncionarios eyectados del corazón libertario; y otros perfiles que pasaron del entusiasmo inicial al olvido. Todos ellos orbitan alrededor de un mismo interrogante: ¿hay lugar para una nueva derecha moderada post-Milei?

Los escenarios son múltiples. Puede que nada de esto avance si Milei recompone su vínculo interno y recupera orden. Pero también puede emerger una línea interna o directamente un nuevo espacio, con Villarruel a la cabeza, recogiendo los retazos de una coalición libertaria que ya muestra fracturas profundas.

¿Plan de poder o supervivencia?

Lo que hoy resulta imposible de confirmar es si Villarruel está jugando una partida a largo plazo o simplemente esquivando el desgaste. No se desmarca, pero tampoco acompaña. No confronta, pero tampoco se alinea. No estorba, pero tampoco respalda. Es una sombra que se mantiene en el tablero mientras otros caen.

La política argentina es, en gran parte, una competencia de resistencias. En ese contexto, quien logra sostenerse, callar a tiempo y moverse con astucia puede transformarse en opción cuando el péndulo cambie. En 2027, el país será otro. La pregunta es si Villarruel estará preparada para ese momento… o si ya es tarde.

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