POLÍTICA
4 de febrero de 2025
El plan Caputo enfrenta su primera prueba de fuego: volatilidad global y dudas del mercado
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La estrategia cambiaria del gobierno debutó en un contexto adverso, con señales de alerta en la economía local y global. El impacto de Trump y el nerviosismo en los mercados suman presión sobre el rumbo económico.
El arranque del nuevo esquema de devaluación gradual del 1% mensual no pudo haber llegado en un momento más complejo. La creciente volatilidad global, sumada a señales de desequilibrio en la economía local, ha encendido las alarmas entre economistas e inversores.
La semana comenzó con un “lunes negro” en los mercados, impulsado por las medidas arancelarias anunciadas por Donald Trump en Estados Unidos, lo que llevó a una revalorización del dólar y una fuga de capitales desde las economías emergentes. A esto se sumaron noticias preocupantes en el ámbito empresarial argentino: la presentación en concurso de acreedores de la láctea SanCor y las agroindustriales Los Grobo y Agrofina, además de la decisión de Nissan de cesar la fabricación de algunos modelos en su planta de Córdoba.
A pesar de que enero registró el mejor nivel de ventas de autos en siete años, según ACARA, el impacto de los despidos en la industria generó mayor preocupación que las cifras positivas en concesionarias. La reactivación del consumo, en gran medida sustentada por la mayor participación de autos importados, contrasta con la incertidumbre que rodea la situación del empleo y la producción local.
Déficit de cuenta corriente y presión cambiaria
Mientras el gobierno defiende su política económica argumentando que no hay emisión monetaria ni déficit fiscal, los analistas advierten sobre el creciente déficit de cuenta corriente. El Banco Central confirmó que hace siete meses consecutivos que salen más dólares de los que ingresan, lo que genera dudas sobre la sostenibilidad del esquema actual.
El incremento de importaciones, que este año podría alcanzar un piso mensual de USD 6.500 millones, y la fuerte salida de dólares por turismo -USD 567 millones netos en diciembre y una cifra aún mayor proyectada para enero- están presionando las reservas. Aunque el BCRA asegura que gran parte de ese dinero proviene del ahorro privado y no de las reservas oficiales, el mercado sigue escéptico.
En este contexto, el economista Amílcar Collante estimó que para que el tipo de cambio recupere su nivel real del segundo semestre de 2024, el dólar debería alcanzar los $1.129 a fin de año, y para igualar su cotización de hace un año, debería escalar hasta $1.444.
El “efecto Trump” y su impacto en Argentina
El endurecimiento de la política comercial de Trump ha añadido más incertidumbre al escenario global, justo cuando Argentina depende del flujo financiero para sostener su política cambiaria. El fortalecimiento del dólar suele traducirse en una reversión del flujo de capitales hacia mercados emergentes y en una caída en el precio de las materias primas, un factor clave para la economía argentina.
La baja de tasas del Banco Central del 32% al 29%, sumada al nuevo crawling peg del 1%, ha aumentado la rentabilidad en dólares para quienes invierten en pesos, incentivando el “carry trade”. Sin embargo, la incertidumbre sobre la sostenibilidad del esquema podría alterar esta dinámica.
Además, el derrumbe del precio del petróleo a USD 72,3 por barril -su nivel más bajo en lo que va del año- impacta directamente en la estrategia del gobierno, que espera recaudar USD 8.000 millones en exportaciones energéticas en 2025. En el agro, la expectativa de una baja temporal de retenciones podría destrabar hasta USD 5.500 millones en ventas de soja retenidas en silobolsas, aunque los productores siguen cautelosos respecto a la reglamentación.
Caputo intenta calmar al mercado
Frente a este panorama, el ministro de Economía, Luis Caputo, salió a reforzar el mensaje de estabilidad:
“Siempre contemplamos la posibilidad de que haya shocks externos, como el que estamos viendo en este momento. El mejor antídoto contra esto es garantizarles a los argentinos que este gobierno nunca se va a mover un centímetro del orden fiscal y monetario que llevamos adelante desde el día 1”, expresó en redes sociales.
Sin embargo, el verdadero desafío no está en la disciplina fiscal, sino en la capacidad del gobierno para generar confianza en su esquema cambiario y acumular reservas. Mientras el FMI mantiene su postura de no aportar fondos frescos hasta después de las elecciones legislativas de octubre, Caputo se enfrenta a una prueba clave: sostener el ancla cambiaria sin que el mercado le pase factura en forma de fuga de capitales y presión sobre el empleo.