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POLÍTICA

23 de junio de 2025

El operador de Caputo en Miami: con contactos en Trump, valijas sospechosas y millones de la SIDE y la ANSES, compró Flybondi

Leandro Scatturice, empresario ligado a la inteligencia y al círculo íntimo de Santiago Caputo, quedó en el centro de la polémica tras conocerse sus millonarios contratos con la SIDE y la ANSES. La operación para quedarse con Flybondi reaviva sospechas sobre negocios cruzados entre fondos públicos y privados.

La figura de Leandro Scatturice irrumpió con fuerza en la agenda política tras conocerse detalles de su entramado empresarial vinculado al poder libertario. La reciente adquisición de Flybondi por parte del empresario con pasado en el mundo del espionaje destapó una red de contratos millonarios con el Estado, conexiones con el trumpismo y el círculo de confianza de Santiago Caputo, el asesor clave del presidente Javier Milei.

Scatturice, que actualmente reside en Miami y mantiene fluidos vínculos con sectores cercanos a Donald Trump, selló un contrato por 60 millones de dólares con la ANSES a través del programa Conectar. Pero el dato más llamativo surgió en las últimas horas: un convenio con la Agencia Federal de Inteligencia (AFI, aún popularmente conocida como SIDE), mediante su consultora Tactic Global, para oficiar de nexo entre el gobierno argentino y figuras de peso en Washington.

El escándalo se amplificó cuando se reveló que este contrato fue reportado en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, como exige la ley norteamericana para quienes realizan tareas de lobby en su territorio. Según el documento presentado el 16 de junio pasado, Tactic se comprometió a facilitar reuniones entre funcionarios argentinos y estadounidenses para promover inversiones y comercio, además de ofrecer “asesoría estratégica” a la agencia de inteligencia.

El asunto generó revuelo por lo insólito de que sea la SIDE —y no Cancillería ni la embajada en Washington— la encargada formal de gestionar estos vínculos, teniendo en cuenta que Argentina destina millones de dólares al sostenimiento de su cuerpo diplomático.

Pero el historial de Scatturice tiene más capítulos oscuros. En febrero, su lujoso jet privado Bombardier 5000 protagonizó un episodio confuso al aterrizar en Aeroparque con una carga misteriosa y más de una decena de valijas traídas por Laura Belén Arrieta, militante del ala trumpista de Miami. El operativo de revisión fue suspendido por “órdenes superiores”, alimentando sospechas nunca aclaradas por la justicia local.

La operación para quedarse con Flybondi no es un hecho aislado: coincide con la embestida oficial contra Aerolíneas Argentinas, blanco de campañas de desprestigio promovidas desde la propia agencia estatal Télam, intervenida por el gobierno libertario. Así, mientras se ajusta y se demoniza a la aerolínea estatal, un empresario ligado al oficialismo se beneficia con contratos estatales y desembarcos en el sector aerocomercial.

Las sospechas crecen porque los fondos que Scatturice maneja con la SIDE y la ANSES podrían haber financiado, de forma directa o indirecta, la compra de Flybondi. La simple lógica contable indica que el dinero es fungible, es decir, intercambiable, lo que refuerza las versiones sobre un negocio armado a medida desde el propio Estado.

Incluso dentro del oficialismo, ya circula el apodo de “el Lázaro Báez libertario”, en alusión al empresario kirchnerista que amasó fortunas al calor de la obra pública. Esta vez, sin embargo, el escándalo tiene una dimensión internacional por sus derivaciones en Estados Unidos y por los vínculos de Scatturice con figuras cercanas a Trump, como el lobista Barry Bennett, con quien fundó la consultora que hoy factura al Estado argentino.

El caso escaló hasta el Congreso, donde se evalúa trasladar la investigación desde la Comisión Bicameral de Seguridad Interior a la Bicameral de Inteligencia, lo que permitiría manejar con mayor discreción el tratamiento del tema. No obstante, la presión mediática y las tensiones políticas internas hacen cada vez más difícil ocultar el escándalo.

Mientras tanto, el titular de la SIDE, Sergio Neiffert, ya inició gestiones con legisladores para intentar contener el impacto político. Pero la acumulación de datos comprometedores, sumada a la histórica rivalidad entre sectores de la inteligencia, promete mantener abierto el capítulo Scatturice por un largo tiempo.

En medio del ajuste y la crisis económica que atraviesa el país, el surgimiento de este entramado de negocios con fondos públicos podría transformarse en un boomerang para el gobierno libertario, que llegó al poder prometiendo transparencia y combate contra “la casta”.

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