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ECONOMÍA

5 de abril de 2025

Endeudamiento familiar récord: 9 de cada 10 hogares argentinos recurren al crédito para sobrevivir

El 87,5% de las familias tomó deuda en el último año, principalmente para comprar alimentos. La crisis económica, la inflación y los bajos salarios empujan a millones a financiar su día a día con tarjetas, préstamos o ayuda estatal. El alquiler se convirtió en un gasto impagable para muchos.

En la Argentina actual, endeudarse dejó de ser una opción para convertirse en una necesidad. Lejos de representar una inversión a futuro, como la compra de un electrodoméstico o un viaje, hoy el crédito es la tabla de salvación para millones de familias que necesitan cubrir lo más básico: alimentarse.

Según datos de diferentes institutos de investigación social y económica, el 87,5% de los hogares argentinos tomó algún tipo de deuda durante el último año. En más de la mitad de los casos, ese dinero fue utilizado exclusivamente para comprar comida. Las formas de endeudamiento son variadas: tarjetas de crédito, préstamos de familiares, créditos en financieras, billeteras virtuales e incluso compras “fiadas” en almacenes de barrio. La emergencia es tal que en el 10,3% de los hogares hubo al menos una persona que sólo comió una vez al día, y en el 19% directamente se quedaron sin alimentos en algún momento del mes.

A la par del endeudamiento, más del 40% de las familias debió utilizar sus ahorros para llegar a fin de mes, mientras que un tercio pidió ayuda económica a conocidos. Para quienes se encuentran en situación de indigencia, estas cifras se agravan: el 32,7% recurre a préstamos informales y el 31,7% depende de alimentos o ropa provistos por instituciones como el Estado o iglesias.

Un sueldo que no alcanza y un alquiler que asfixia

El contexto económico deteriorado se explica por una combinación de inflación persistente, salarios congelados y empleo informal. El costo de vida para una familia tipo superó en marzo los $1.374.000, según estimaciones privadas sobre la Canasta Básica Total, cifra que cuadruplica el salario mínimo. En paralelo, el 24% de los trabajadores percibe menos del salario mínimo por hora, y más del 40% de los asalariados informales están por debajo de esa línea.

La vivienda representa otro frente de presión. Con la derogación de la Ley de Alquileres vía el DNU 70/2023, los contratos son más breves, los aumentos más frecuentes y los desalojos crecieron. Según la Encuesta Nacional Inquilina, el 65% de los inquilinos está endeudado, el 48% presenta atrasos y el 30% tuvo que dejar su vivienda por no poder pagarla. Los principales acreedores son bancos (62,5%), familiares (32,3%) y plataformas digitales (16,3%).

Más de la mitad de los inquilinos destina al menos el 40% de sus ingresos al alquiler, una proporción que compromete seriamente su capacidad de cubrir otros gastos esenciales como salud, educación o transporte. “Se trata de un esfuerzo económico insostenible”, advirtieron desde Inquilinos Agrupados, mientras organizaciones como el CELS y ACIJ alertaron sobre el crecimiento de las deudas acumuladas por servicios e impuestos, que afectan a más del 60% de los hogares.

La pobreza invisible del endeudamiento

Especialistas del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas remarcan que incluso cuando una familia logra superar la línea de pobreza gracias a un ingreso levemente mayor, muchas veces lo hace a costa de vaciar sus ahorros o endeudarse. “El endeudamiento creciente sustrae porciones significativas de los ingresos cuando llega el momento de pagar, reduciendo drásticamente el disponible real”, señalaron.

Así, la pobreza no se mide solo por los ingresos: miles de hogares quedan fuera del radar de las estadísticas oficiales pero viven con la soga al cuello, sin poder planificar ni ahorrar. Las estrategias de supervivencia —pedir ayuda, endeudarse, reducir el consumo de alimentos— se extienden en todos los niveles sociales y geográficos, dibujando un mapa de precariedad cada vez más generalizado.

Desde el Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) subrayaron que el 58% de las familias no pudo acceder en marzo a la Canasta Básica Alimentaria, y reclamaron la urgente implementación de políticas públicas que aborden la pobreza de forma multidimensional. “No alcanza con aumentar los ingresos: se necesita garantizar el acceso a lo básico, desde la comida hasta un techo digno”, concluyeron.

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