El presidente Javier Milei utilizó nuevamente la cadena nacional para presentar los lineamientos del presupuesto 2025, una propuesta que apuntaba a un mayor ajuste del gasto público y la reducción del tamaño del Estado. Sin embargo, el evento careció de cifras concretas, lo que desató fuertes críticas de la oposición. Con un Congreso copado por su militancia y tribunas sin la presencia del asesor presidencial Santiago Caputo, Milei ofreció un discurso que pasó desapercibido en términos de audiencia.

A pesar de la expectativa inicial, el mensaje del presidente no logró captar la atención del público. Según datos de Real Time Rating, la transmisión alcanzó el piso más bajo del año en términos de encendido televisivo, con una caída de diez puntos en los canales de aire. A esto se sumaron las críticas de los legisladores opositores, que reclamaron la falta de detalles sobre las cifras que sostendrían el ambicioso plan de "déficit cero".

Un Congreso sin sorpresas y con escasa presencia opositora

Milei llegó al Congreso acompañado por su hermana y secretaria general, Karina Milei, y fue recibido por figuras clave de su gobierno, como la vicepresidenta Victoria Villarruel y los presidentes de las comisiones de Presupuesto en el Senado y Diputados, Ezequiel Atauche y José Luis Espert. La militancia libertaria, mayoritariamente compuesta por varones trajeados, ocupó las tribunas mientras que la oposición se hizo presente de manera limitada.

En un ambiente controlado, con aplausos provenientes solo de los sectores alineados con el oficialismo, la oposición presentó una "guardia mínima". Muchos legisladores opositores no asistieron, en parte por la falta de vuelos desde sus provincias, lo que dejó un panorama dominado por los seguidores de Milei y un puñado de opositores que no dejaron pasar la oportunidad para criticar al mandatario.

Discurso de ajuste sin respaldo numérico

El punto central del discurso fue el anuncio del presupuesto 2025, con Milei destacando la necesidad de un "déficit cero" y la intención de ajustar el gasto público. Sin embargo, la falta de cifras específicas generó malestar entre los legisladores de la oposición. Desde Unión por la Patria, el jefe de bloque, Germán Martínez, lo desafió a "hablar sin leer", mientras que otros diputados cuestionaron la falta de propuestas concretas sobre la deuda externa, el tipo de cambio y las exportaciones.

El presidente no dudó en responder con dureza. "Hacelo dentro del Presupuesto y no de manera demagógica", replicó ante el reclamo de Eduardo Valdés sobre el veto presidencial al aumento de las jubilaciones. A lo largo de su discurso, Milei insistió en que el ajuste era necesario para garantizar el equilibrio fiscal y que los futuros excedentes de recaudación se destinarían a reducir impuestos.

Mensajes a las provincias y reiteración de vetos

El discurso también incluyó un mensaje directo a los gobernadores, a quienes exigió cumplir con el compromiso de reducir el gasto público consolidado a 25 puntos del PBI. Milei advirtió que las provincias debían hacer un "ajuste adicional de 60.000 millones de dólares" para alcanzar este objetivo.

El mandatario también reiteró su decisión de vetar todas las leyes que, según su criterio, atenten contra el equilibrio fiscal. "Vetamos el proyecto de aumento del gasto público que sancionó este Congreso y por eso vetaremos todos los proyectos que atenten contra el equilibrio fiscal", subrayó, dejando claro que su política de austeridad continuará en los próximos años.

Desinterés del público y desplome del rating

Aunque Milei ha sido históricamente un imán para las audiencias televisivas debido a su estilo polémico, esta vez no logró el mismo efecto. La cadena nacional que transmitió su discurso registró los niveles más bajos de audiencia en lo que va del año. "La gente está cenando con la familia, no quiere ver esto", comentó una fuente del oficialismo, restando importancia a los números.

En definitiva, el discurso del presidente Milei pasó sin pena ni gloria en términos de audiencia, mientras que en el Congreso dejó un sabor agridulce entre sus propios seguidores y una oposición que, lejos de quedar satisfecha, se fue con más dudas que certezas sobre el futuro económico del país.