POLÍTICA
24 de septiembre de 2025
Cornejo calla, Petri festeja: la extraña pareja política mendocina

Mientras Cornejo se refugia en inauguraciones y evita hablar del salvataje de Milei en Washington, su candidato estrella Luis Petri aplaude con entusiasmo la subordinación a Estados Unidos. Una sociedad electoral cada vez más forzada, sin partido, sin agenda común y con intendentes que ya murmuran por lo bajo.
Alfredo Cornejo eligió otra vez el silencio como estrategia. El gobernador de Mendoza, socio electoral de Javier Milei, no abrió la boca sobre el “auxilio” que el Presidente fue a mendigarle a Donald Trump y al Tesoro norteamericano. Prefirió mostrarse en San Rafael entregando viviendas, cortando cintas y sacándose fotos con equipamiento hospitalario. La vieja receta: gestión en territorio para tapar los bochornos nacionales.
Su candidato estrella, en cambio, fue por la vereda opuesta. Luis Petri, que encabeza la boleta oficialista, no dudó en celebrar el pacto Milei–Trump. Lo hizo con entusiasmo, como si el endeudamiento sin pasar por el Congreso fuese una buena noticia. Mientras uno se enmudece, el otro aplaude: una sociedad electoral que parece sostenida más por la necesidad de los votos que por coincidencias reales.
El contraste es tan evidente como incómodo. Cornejo gobierna con intendentes que le reprochan en privado la alianza con Milei, a la que consideran un error político que los arrastra a una crisis ajena. Petri, en cambio, milita la subordinación al poder norteamericano como si ese fuera el camino del progreso. Ni partido en común, ni agenda compartida: apenas una lista compartida y cada vez más forzada.
Mientras tanto, en Buenos Aires, Milei vive su propio tembladeral: derrota electoral en la provincia más grande del país, corrida cambiaria que obligó a quemar más de 1.100 millones de dólares en tres días y un encuentro fugaz con Trump que dejó más dudas que certezas. “Apoyo total para la reelección”, dijo el magnate republicano, sin advertir que en Argentina no hay reelección presidencial en juego.
Pero en Mendoza, la puesta en escena sigue el libreto habitual. Cornejo inaugura obras y calla. Petri habla de sumisión y sonríe. Los intendentes gruñen y los votantes miran con desconfianza. La sociedad electoral que parecía una jugada maestra empieza a mostrar grietas: más que una dupla, parecen un matrimonio mal avenido obligado a compartir escenario.