El ajustado triunfo del Frente Renovador de la Concordia en Misiones dejó más que una victoria amarga: marcó el peor resultado histórico para el oficialismo provincial en 25 años. Pero el dato más inquietante para la política nacional es que esta caída encendió luces rojas entre los gobernadores que mantienen puentes con Javier Milei. ¿El motivo? La creciente sospecha de que esa cercanía con el presidente libertario les puede salir muy cara en las urnas.

Aunque en la mayoría de las provincias el oficialismo local sigue imponiéndose, la irrupción de La Libertad Avanza empieza a hacer mella. No es el primer aviso: ya se había visto en Santa Fe, donde Maximiliano Pullaro perdió 20 puntos respecto a su elección anterior, y en Salta, donde los libertarios se quedaron con la capital provincial. Ahora fue el turno de Misiones, bastión renovador, donde el oficialismo ganó pero raspando.

El fenómeno empieza a ser claro: a los gobernadores dialoguistas les cuesta sostener el equilibrio entre acompañar al gobierno nacional en el Congreso y no perder respaldo en sus propios territorios. Muchos votantes que antes eran parte del electorado peronista, radical o provincial ahora se inclinan por Milei. Y ese voto libertario es, paradójicamente, parte del sustento de los mismos gobernadores que deben decidir si respaldan o no las iniciativas del Ejecutivo.

“Los gobernadores tienen un dilema difícil: enfrentarse a Milei implica chocar con un presidente que es muy popular entre su propia base electoral”, analiza el consultor político Gabriel Romero. “Por eso, algunos prefieren callar o retroceder antes que arriesgarse a perder aún más apoyo”, explica.

El caso de Martín Llaryora en Córdoba e Ignacio Torres en Chubut es ilustrativo: ambos comenzaron sus mandatos marcando distancia con Milei, pero luego moderaron sus críticas. La lectura fue simple: confrontar de lleno con el presidente podía erosionar gravemente su capital político.

Sin embargo, la pregunta que empieza a instalarse es si este equilibrio es sostenible en el tiempo. Romero advierte que lo que ahora es apenas un tironeo puede transformarse en un enfrentamiento directo rumbo a las elecciones de 2027. “Por ahora Milei no compite directamente por las provincias, pero si su armado se fortalece y decide ir por esas gobernaciones, el escenario será completamente distinto. La amenaza se convertirá en reemplazo”, sostiene.

La posibilidad de una reacción coordinada entre los gobernadores aparece como la única vía efectiva para contrarrestar el avance libertario. “De manera individual no tiene sentido. Pero si logran articular una respuesta común en el Congreso, especialmente en temas sensibles como la movilidad jubilatoria o posibles vetos presidenciales, podrían empezar a equilibrar el juego”, sugiere Romero.

Mientras tanto, la paradoja sigue vigente: gobernadores que pierden elecciones por acuerdos con un presidente al que no se animan a enfrentar. El costo de la moderación empieza a ser demasiado alto.