POLÍTICA
23 de octubre de 2025
Crisis en el gabinete: Cúneo Libarona y Werthein se anticiparon a Milei y desataron la furia en la Casa Rosada

El ministro de Justicia y el canciller presentaron sus renuncias antes de lo previsto, en medio de tensiones internas y disputas con el asesor presidencial Santiago Caputo. En el Gobierno hablan de “vendetta” y se profundiza la crisis política a días de las elecciones.
El gobierno de Javier Milei enfrenta una nueva tormenta política tras las renuncias anticipadas de dos figuras clave de su gabinete: el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, y el canciller, Gerardo Werthein. Ambos funcionarios decidieron adelantar su salida, prevista inicialmente para después del 26 de octubre, en señal de descontento por la forma y el momento en que se les pidió dejar sus cargos.
La decisión cayó como un balde de agua fría en la Casa Rosada, donde interpretaron el movimiento como un gesto de desafío hacia Santiago Caputo, el asesor más influyente del Presidente y principal impulsor de la reestructuración ministerial. En el entorno libertario no dudan en hablar de una “vendetta” que busca erosionar la figura del estratega y, de paso, incomodar al propio Milei en plena recta final de la campaña electoral.
“Se fueron antes para marcarle la cancha al Presidente y a Caputo. Es una maniobra innecesaria que complica todo justo antes de las elecciones”, reconoció una fuente cercana al oficialismo.
En el Gobierno temen que las filtraciones atribuidas a Werthein —a través del medio El Observador, del cual es propietario junto a Luis Majul— y las declaraciones de Cúneo Libarona a Infobae alteren el mensaje político del cierre de campaña. “Queríamos hablar de Rosario y del acto final, y terminamos hablando de renuncias y peleas internas”, se quejó un funcionario.
Francos, también en la mira
A las tensiones se suma la situación del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, a quien Milei también habría pedido la renuncia. El funcionario, que asumió el cargo tras la salida de Nicolás Posse, busca una “salida ordenada” y analiza su futuro diplomático: aspira a ser embajador en el Reino Unido, lo que obligaría a desplazar a la actual representante argentina en ese país, Mariana Edith Plaza, designada por recomendación de Werthein.
Francos, de larga trayectoria política y exrepresentante argentino ante el BID durante el gobierno de Alberto Fernández, mantiene un estrecho vínculo personal con Lisandro Catalán, actual ministro del Interior y su principal colaborador. Ambos comparten lazos familiares y políticos que se remontan a hace cinco décadas, lo que refuerza la idea de que, si Francos se aleja del Gobierno, Catalán podría acompañarlo.
El propio Francos fue uno de los primeros en mostrar malestar con Santiago Caputo, al señalar públicamente que el asesor “no asume responsabilidades de gestión porque no tiene firma” dentro del Ejecutivo.
Milei intenta retomar el control
Pese al enojo interno, Javier Milei aún no oficializó las renuncias ni en el Sistema de Gestión Documental Electrónica ni en el Boletín Oficial. Sin embargo, en el entorno presidencial dan por hecho que ambos ministros quedarán fuera del gabinete a partir del lunes próximo.
El Presidente planeaba comunicar él mismo los cambios, como parte de una reorganización general del gabinete exigida, según trascendió, por la administración de Donald Trump para mantener su respaldo político. La intención de Milei era renovar su equipo y dar una señal de fortaleza antes de encarar nuevas reformas estructurales, entre ellas la segunda versión de la Ley Bases y modificaciones laborales, previsionales y tributarias.
Mientras tanto, en la Casa Rosada ya se barajan nombres para los reemplazos. La idea de unificar Justicia y Seguridad gana fuerza, con dos candidatos sobre la mesa: Sebastián Amerio, actual viceministro de Justicia, y Guillermo Montenegro, intendente de General Pueyrredón. Por ahora, ninguno recibió el llamado presidencial.
La crisis, sin embargo, ya está desatada. En el oficialismo reconocen que el impacto político de estas salidas será difícil de contener y que, más allá de los nombres, lo que está en juego es la estabilidad interna del gobierno libertario y su capacidad para sostener la gobernabilidad tras las elecciones.
