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ECONOMÍA

29 de noviembre de 2025

Argentina pierde 30 empresas por día: el derrumbe silencioso que golpea a trabajadores y producción

Desde la llegada de Javier Milei al Gobierno, el país registra la desaparición de cerca de 20.000 firmas y más de 270.000 empleos formales. Entre multinacionales que se retiran, pymes que no resisten y comercios que bajan la persiana, el tejido productivo atraviesa una contracción sin precedentes. Qué sectores encabezan el retroceso y cuáles fueron los casos más resonantes.

El mapa productivo argentino vive una contracción acelerada. Entre diciembre de 2023 y los últimos registros disponibles de 2025, el país perdió cerca de 19.000 empresas, una cifra que equivale a casi 30 cierres por día. El dato surge del cruce entre bases oficiales y relevamientos privados que monitorean la caída del universo de empleadores formales y la destrucción de puestos de trabajo. En el mismo período, se estima que más de 270.000 empleos registrados desaparecieron del sistema.

El fenómeno no distingue tamaño: alcanza tanto a multinacionales históricas como a pymes familiares, que durante décadas sostuvieron el empleo en las provincias. La combinación de caída del consumo, apertura de importaciones, parálisis del crédito y reacomodamientos corporativos dejó un saldo que se profundiza mes a mes.

Los nombres que encendieron alarmas

Aunque buena parte de los cierres ocurre sin visibilidad pública, varias compañías conocidas marcaron el pulso del problema:

  • Whirlpool (Pilar): la fábrica inaugurada en 2022 dejó de operar, afectando directamente a operarios y proveedores locales. Su salida simbolizó el retroceso de sectores industriales que habían comenzado a recuperar volumen.
  • Cadenas de electrodomésticos: locales cerrados, retiros de inversión y reestructuraciones internas impactaron en el comercio urbano de varias provincias.
  • Multinacionales industriales: ajustes, suspensiones o reducción de líneas productivas se repitieron en distintas plantas metalmecánicas y automotrices.

Las pymes: el corazón que más sufre

El derrumbe es aún más visible en el entramado de pequeñas y medianas empresas. Entre los rubros más afectados aparecen:

  • Textil: cientos de talleres y plantas medianas redujeron turnos, despidieron personal o directamente cerraron sus puertas en un contexto de importaciones crecientes y baja demanda local.
  • Metalmecánica: caída de pedidos, encarecimiento de insumos y falta de financiamiento dejaron una secuencia de despidos y cierres a lo largo del último año y medio.
  • Comercio regional: supermercados chicos, almacenes, ferreterías, tiendas y emprendimientos de servicios enfrentan una merma de ventas que para muchos resultó terminal.

Qué explica la aceleración de cierres

Distintos analistas coinciden en que el combo que empuja la caída del aparato productivo combina factores macroeconómicos y decisiones de política:

  • Apertura de importaciones que desplazó producción local en sectores sensibles.
  • Tipo de cambio volátil, que encareció insumos y alteró costos de reposición.
  • Consumo interno en su nivel más bajo en años, golpeando a comercios y pymes.
  • Retiro o reorganización de inversiones de empresas que no ven condiciones previsibles.

El resultado es un panorama en el que la destrucción de firmas supera ampliamente la creación de nuevas actividades, rompiendo un equilibrio esencial para el empleo formal.

El impacto social y las alertas sindicales

La pérdida de empresas tiene efectos que exceden los puestos de trabajo directos. Cada cierre arrastra proveedores, transportistas, talleres asociados y servicios tercerizados. En muchas localidades, el cierre de una sola fábrica significa la caída del principal empleador de la zona.

Gremios y organizaciones empresarias advierten que, de no mediar cambios de política productiva, la tendencia podría consolidarse como un daño estructural difícil de revertir. La advertencia es clara: no se trata solo de empresas que cierran, sino de comunidades enteras que quedan sin sustento.

Un escenario que marca el pulso económico

Con casi 30 empresas que desaparecen cada día, la economía argentina transita un proceso que redefine su estructura productiva. Los cierres de firmas grandes captan la atención, pero es la pérdida masiva de pymes la que profundiza el retroceso del empleo y termina por desarticular la red que sostiene la actividad en todo el país.

Mientras el Gobierno defiende su política económica, los números exponen una realidad que golpea de manera directa al trabajador y que, por ahora, no encuentra un freno claro.

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